“La lengua de la mariposa es una trompa
enroscada como un muelle del reloj. Si hay una flor que la atrae, la desenrolla
y la mete en el cáliz para chupar. Cuando lleváis el dedo humedecido a un tarro
de azúcar, ¿a qué sentís ya el dulce en la boca como si la yema fuese la punta
de la lengua? Pues así es la lengua de la mariposa.”
Escena de la película
Y entonces todos teníamos envidia de las
mariposas. Qué maravilla. Ir por el mundo volando, con esos trajes de fiesta, y
parar en flores como tabernas con barriles llenos de almíbar.
Yo quería mucho a aquel maestro. Al
principio, mis padres no podían creerlo. Quiero decir que no podían entender
cómo yo quería a mi maestro. Cuando era un pequeñajo, la escuela era una
amenaza terrible. Una palabra que se blandía en el aire como una bala de
mimbre.
El escritor Manuel Rivas
Así comienza el cuento de Manuel Rivas “La
lengua de las mariposas” que se encuentra en el libro titulado: ¿Qué me quieres, amor?(Ponemos a vuestra disposición el relato completo a través del siguiente enlace: La lengua de las mariposas). En esta historia
se basó José Luis Cuerda para dirigir la película homónima. Si no la habéis
visto, desde aquí os animamos a que lo hagáis, y a que, por supuesto, leáis el
relato. El contexto es el de la Segunda República Española, antes del estallido
de la Guerra Civil. El maestro, don Gregorio —al que el niño protagonista admira—
que promueve una educación diferente: práctica, libre, basada en el respeto, ve
violados sus derechos humanos, pues al final, con el estallido de la Guerra, le
llevan en un camión para fusilarlo, por sus ideas. La libertad de pensamiento
ha sido aniquilada.
¡Aventúrate a imaginar!
Puede resultar interesante que intentéis
comparar el relato y la película: una vez más, ¡comprobaréis la interesante
relación que se establece entre literatura y cine! Con ello, os proponemos dos
ejercicios para que pongáis en práctica esa creatividad a la que aludíamos en
la bienvenida de este blog. ¡ESTAMOS SEGURAS DE QUE PODÉIS ESCRIBIR ALGO GENIAL
Y TREMENDAMENTE ORIGINAL A PARTIR DE LAS PAUTAS QUE OS OFRECEMOS, ASÍ QUE…
ADELANTE!
1.Imagina al maestro en el camión, con
el resto de reclutados e intenta elaborar una posible conversación que podrían
mantener. Debéis realizar esta actividad por parejas, utilizando, en la medida
de lo posible, algún símbolo que exprese lo que queráis comunicar, ya sea
inventado por vosotros mismos o recurriendo a la tradición. Por ejemplo: el
volar de las aves, como símbolo de libertad.
2.Supongamos que el niño protagonista es
ya un adulto, profesor de Literatura y de Historia. Construye una situación discursiva
con sus alumnos en el aula, en la que evoque recuerdos de su pasado, teniendo
en cuenta el día que vio partir a Gregorio en aquel camión. No te olvides de
situarte en el contexto actual del adulto en el que se ha convertido el
protagonista: ahora está bajo la dictadura del General Francisco Franco. Alude
también al período anterior: la Segunda República Española. Podéis realizar
esta tarea de manera individual, por parejas o de tres en tres: ¡a vuestro
gusto os lo dejamos!
¡ÁNIMO CHAVALES, Y AL LÍO…!
"- No soy socialista —añadió Antonete— prácticamente, aunque en el fondo esté de acuerdo con ellos. No soy socialista porque no son momentos para utopías."
Ramón J. Sender: Mister Witt en el Cantón (1935)
Poesía, música y sentimiento
Como podéis
observar, esta semana nos hemos levantado con una sensibilidad especial, la
sensibilidad única e indescriptible que uno posee cuando tiene entre sus manos
un buen poema.
¿Conocéis a
Pablo Neruda? Es uno de nuestros poetas favoritos, y os invitamos a que
visitéis la pagina web del Centro Virtual Cervantes donde podéis encontrar todo
acerca de su vida y su obra:
Ahora que ya os habéis empapado un poco más de la figura de este gran poeta
(venga, pinchad en el enlace, no seáis vagos...), con esta entrada pretendemos
que os hagáis una pregunta, y para ello necesitamos que os pongáis en diversas
situaciones:
- Leed un
poema, uno que os guste, vuestro favorito si queréis
- Escuchadlo recitado por el propio autor
- Escuchad una versión
musical del mismo
¿Con qué te
quedas?
Para que os hagáis una idea, vamos a dejaros por aquí un par de poemas de
Pablo Neruda. En un enlace subiremos la misma versión de uno de ellos recitando
el poema él mismo y, en otro, una canción con los versos del otro poema
interpretada por Antonio Vega, cantautor ya fallecido y ex componente del grupo
Nacha Pop, que tuvo su momento álgido durante la Movida Madrileña de los años
’80.
La ornitología era una de las pasiones ocultas de este poeta chileno, así
que el primero de los poemas escogidos pertenece
al libroArte de Pájaros, publicado en 1966, de gran formato y edición
limitada, con ilustraciones únicas de pintores amigos de Pablo
Neruda, que contribuyeron a enriquecer la obra. En
él se presentan dos secciones de poemas: Pajarintos, que hace referencia a
aves reales y Pajarantes, aves ficticias, fruto de la imaginación del
poeta. Con los versos de este poema, Neruda despide la obra:
El Poeta se despide de los Pájaros
Poeta provinciano,
pajarero,
vengo y voy por el mundo,
desarmado,
sin otrosí, silbando,
sometido
al sol y su certeza,
a la lluvia, a su idioma de violín,
a la sílaba fría de la ráfaga.
Entre una y otra vez,
entre pasadas vidas
y pretéritos desenterramientos
fui perro de intemperie
y sigo siendo un muerto en la
ciudad:
no me acostumbro al nicho,
prefiero el matorral y las torcazas
atónitas, el barro, el desvarío
de un ramo de choroyes,
el presidio del cóndor prisionero
de su implacable altura,
el barro primordial de las quebradas
condecorado por las topa topas.
Sí sí sí sí sí sí,
soy un desesperado pajarero,
no puedo corregirme
y aunque no me conviden
los pájaros a la enramada,
al cielo
o al océano,
a su conversación, a su banquete,
yo me invito a mí mismo
y los acecho
sin prejuicio ninguno:
jilgueros amarillos,
tordos negros,
oscuros cormoranes pescadores
o metálicos mirlos,
ruiseñores,
vibrantes colibríes,
codornices,
águilas inherentes
a los montes de Chile,
loicas de pecho puro
y sanguinario,
cóndores iracundos
y zorzales,
peucos inmóviles, colgados del
cielo,
diucas que me enseñaron con su
trino,
pájaros de la miel y del forraje,
del terciopelo azul o la blancura,
pájaros por la espuma coronados
o simplemente vestidos de arena,
pájaros pensativos que interrogan
la tierra y picotean su secreto
o atacan la corteza del gigante
y abren el corazón de la madera
o construyen con paja, greda y
lluvia
la casa del amor y del aroma
o van entre millares de su especie
formando cuerpo a cuerpo, ala con
ala,
un río de unidad y movimiento,
solitarios
pájaros duros entre los peñascos,
ardientes, fugitivos,
polvorientos, eróticos,
inaccesibles en la soledad
de la niebla, la nieve,
la hostilidad hirsuta
de los páramos,
o jardineros suaves
o ladrones
o inventores azules de la música
o tácitos testigos de la aurora.
Yo, poeta
popular, provinciano, pajarero,
fui por el mundo buscando la vida:
pájaro a pájaro conocí la tierra:
reconocí donde volaba el fuego:
la precipitación de la energía
y mi desinterés quedó premiado
porque aunque nadie me pagó por eso
recibí aquellas alas en el alma
y la inmovilidad no me detuvo.
Aquí, Neruda
recitando este mismo poema, ¿qué os parece?
El segundo poema
elegido es uno de nuestros favoritos, quizá porque creemos que no hay persona
sobre la tierra que no se sienta identificado con sus versos en algún momento
de su larga vida. Pertenece a Cien sonetos de amor, publicado en
1959 y dedicado, íntegramente, a su mujer, Matilde Urrutia. El poemario está
dividido en cuatro partes, en las cuatro partes en las que se divide el día:
Mañana, Mediodía, Tarde y Noche. El nuestro es un poema para la Tarde:
Soneto LXVI
No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.
Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.
Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.
En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.
Y aquí la
versión musical del cantautor Antonio Vega (importante: no veáis las imágenes,
cerrad los ojos y escuchad únicamente la canción...):
¿A qué
conclusión habéis llegado? La verdad es que son maneras muy diferentes de
sentir la poesía, cada una tiene su clímax. Eso sí, yo os recomiendo que para
empezar cojáis un buen libro y leáis... Ya veréis todo lo que sentís, ya
sentiréis todo lo que nunca se había atrevido a salir de vosotros mismos...
Los versos, esos que todos y todas
tenemos en la memoria por algún motivo, son señal indiscutible de que hay
sentimientos universales, sensaciones que traspasan de generación en
generación. Así, aparecen reflejados en la literatura y van heredándolos
diferentes poetas para darles su forma y aportar su interpretación del
contenido, lo que contribuye al enriquecimiento de la poesía y a la infinitud
de posibilidades de expresión e interpretación, dependiendo de la sensibilidad
de cada creador o lector. Así que os animamos a que potenciéis vuestra
sensibilidad, vuestras ganas de entender ciertos sentimientos que os
acompañarán a lo largo de la vida.
Contamos con un claro ejemplo: el tema
del olvido, plasmado en Gustavo Adolfo Bécquer, Luis Cernuda, hasta llegar a
uno de los cantautores más célebres de nuestro país, Joaquín Sabina. Incluso,
el grupo de rock actual “La fuga”, ha versionado la canción de Sabina. Como
podéis, ver, la poesía no tiene límites temporales, espaciales y a través de su
capacidad de expresión de sentimientos universales podemos conocer un poquito
más de nosotros mismos.
El primero de todos los que hemos
mencionado, Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), es autor de una poesía que ha
marcado la trayectoria de la lírica moderna. Tenemos de él la imagen de poeta
romántico, que vive atormentado, desarraigado, víctima de su destino y de sus
desventuras amorosas. Su poesía expresa sentimientos y reflexiones, fruto de la
experiencia vital, pero esto no quiere decir que tenga un carácter puramente
autobiográfico. El poema que os presentamos a continuación se incluye en Rimas. En una edición de esta obra
preparada por sus amigos, los poemas aparecían ordenados en cuatro grupos: en
el cuarto de ellos, que incluye las rimas LII a LXXVI —y por tanto, la nuestra—
nos encontramos con reflexiones acerca de la soledad y la muerte. Otros de sus
temas poéticos versan sobre la creación literaria (inspiración vs razón), amor,
desengaño amoroso y decepción. En cuanto a la métrica, predomina la asonancia y
la mezcla de versos endecasílabos y heptasílabos, aunque también cultiva formas
tradicionales. Tras este breve repaso teórico: ¡os toca disfrutar de su
lectura!:
Dolmen en la nieve, por Caspar David Friedrich
¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura;
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.
¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas;
en donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.
Y os proponemos que saquéis provecho de esta lectura:
nos gustaría saber con qué imágenes creéis que se asocian las sensaciones de
angustia y soledad en el poema.
Ahora pasaremos a Luis Cernuda (1902-1963), que, un
siglo más tarde tomó como referencia el penúltimo verso de Bécquer que hemos
leído para elaborar su composición: Donde
habite el olvido (1934).
El tema principal de la producción de
Luis Cernuda es la constante oposición entre realidad y deseo, por lo que se
trasluce una gran influencia de Bécquer y del Romanticismo en general. La
expresión «Donde habite el olvido» no remite a un lugar real, sino a un espacio
donde el amor no existe, donde el deseo se ha esfumado y ha dejado de
atormentar al amante. Algunos de los recursos que utiliza aquí Cernuda son: personificaciones,
metáforas, imágenes, antítesis, símbolos. ¿Cómo crees que se sentirá el yo
poético al estar en ese lugar? ¿Cómo te sentirías tú? ¿Qué ocurrirá con el
amor? ¿Y con los otros sentimientos?
Los amantes, por René Magritte
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
A través de estas preguntas, podemos
enlazar con la interpretación que hizo Sabina del poema, del cual sólo conserva
el título, con una pequeña variación: ¡el verbo está en modo indicativo! (no
hay que olvidar la lengua, por muy literarios que nos pongamos, pues ambas—lengua
y literatura— se tienen que combinar de manera necesaria). Esta precisión nos
lleva a concretar qué supone el olvido para él: la frialdad y el vacío que
invade al yo poético, tras exhumarse la pasión por la huida de la noche. En la
canción no se alude a la muerte física, pero no dejéis de vivir, de disfrutar,
de amar y mucho menos «No perdáis besos por no saber decir “te necesito”». A
continuación, os dejamos la canción de Sabina, cuya letra no se corresponde con
los poemas anteriores, y también la versión que de ella hizo el grupo de rock
español “La fuga”.Disfrutad de ellas,
de cada palabra y no las releguéis allá “donde habita el olvido”.